El Heredero

Una masacre, un ADN, una emboscada, un reencuentro. Estos ejes atraviesan a cuatro protagonistas que descubren que nadie es quien aparenta y todo eso que ellos suponían se derrumba para dar paso a la verdad más cruel. Verdades ante las que se encuentran ellos mismos siendo crueles por haber tratado a los demás conforme a esos supuestos. Crueles, pero también víctimas de mentiras, de verdades ocultas, de silencios cómplices, que los tuvieron como partícipes involuntarios de las historias que los seres que más amaban les hicieron protagonizar, sin remediar en el daño futuro.

Sofía, Ignacio, Daniela y Alejandro, unidos por el destino, que comparten el que cada uno haya vivido una vida basada en esas apariencias que algunos se encargaron de crear. Unidos por el amor y la lealtad, pero también enfrentados por diferencias irreconciliables.

Una Daniela que retorna una y otra vez al desencuentro, a los sueños desgarrados y la esperanza marchita. Una Daniela que encuentra dentro de sí el poder de ofrendarse a los demás a través de su profesión. Una Daniela que, caminando otros caminos, descubre lo mismo que habían descubierto Ignacio y Sofía, y ―como ellos― deberá decidir si continuar o no. Una Daniela visitada por un éxito inesperado, obligada a elegir entre eso y las personas que ama.

Un Alejandro que se niega a abandonar la juventud y retoza entre un amor y otro, aún herido por un amor que no pudo ser. Un Alejandro que descubrirá que ―a veces― lo que más se desea en la vida está cerca y al alcance de la mano. Un Alejandro comprometido ―tan comprometido― con su profesión, que traspasa los límites permitidos. Límites que ponen en riesgo no solo a sí mismo, sino también a su entorno.

Dos personajes, secundarios hasta ahora, dan un paso hacia adelante en la historia para marcar su protagonismo. Sami, el destinatario de una fortuna importante, chaqueño por accidente, educado en valores humanitarios y sociales a través de las experiencias que compartió con Sofía e Ignacio en la villa. Un Sami que no sabe lo que son las privaciones, pero al mismo tiempo, sí, de tanto verlas en los demás. Un Sami a quien todo su dinero y el poder de su familia, no salvaron de la muerte y el dolor… y el odio. Y Linli, noble heredera de una estirpe perdida. Una Linli que hace las paces con su origen y apuesta al futuro con alegría y esperanza. Una Linli que trasciende el dolor y sana con su existencia el dolor de muchos otros.

Personajes que transcurren su vida en escenarios conocidos por gran parte de los habitantes de este nordeste argentino. Lugares que pueden resultarnos comunes, pero que aparecen “pintados” en palabras, que invitan a recorrerlos, saboreando también con ellos, a través de esa astucia literaria de la autora, esa duda de estar ante fantasía o realidad.

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