Una muerte, una huida, un nacimiento, un nuevo comienzo. Se abre el último telón de esta obra que dio comienzo en 2001, cuando una Sofía muy joven y dolida por la pérdida de su único familiar, su padre, llegó a Resistencia para conocer una casa que había heredado. Casa que escondía no uno, sino muchos secretos. Casa que continuó albergando secretos y traiciones, promesas y esperanzas.
Trece años después, el destino continúa jugando un juego perverso con estos protagonistas, que a pesar de haber logrado cumplir sus sueños, debieron pagar un precio muy alto por ellos.
Fama, dinero, éxito, reconocimiento, esconden una cara oculta: soledad, desolación, traición… ¿Vale la pena tanto quebranto a cambio de una satisfacción pasajera?
Un Ignacio que ha logrado trascender tiempo y espacio a través del arte, enfrentando tabúes y su propio origen, escondido durante mucho tiempo…
Una Daniela que, una y otra vez, retorna a su estado anterior, de pavor y abandono. Que aunque la vida le sonría, jamás compensará todo lo que le ha quitado.
Un Alejandro que ha superado a su abuelo en compromiso y reconocimiento, plantando semillas que seguirán floreciendo a partir de su trabajo social desde el periodismo. Como florece en frutos el árbol del Corazón del Amor Eterno y el Rusito, testigo mudo de los principales acontecimientos en la vida de estos cuatro protagonistas, testigo de felicidades infinitas y dolores profundos.
Dos niños y un destino que separa… ¿por venganza, quizá? Porque quien las hace las paga, y recibe el golpe donde más le duele. Porque cuando la sangre hace su llamado, nada más importa.
Personajes tan bien construidos, acontecimientos tan bien trenzados, que nos llevan a preguntarnos si esta historia no estará basada en algo verídico. Historia que en realidad son muchas pequeñas historias, que ―al fusionarse― crearon otra mayor.
Personajes que seguirán acompañándolos al terminar de leer la novela, porque desde el momento en que cae la última máscara, muchos de nosotros ―de alguna manera― podremos ver en la obra de Marina Nill, un rasgo de nuestro rostro.
Cantidad de palabras: 171.643
Tiempo de lectura: 22 horas
